martes, 13 de diciembre de 2016

T -18

El hecho de que en estos momentos estén masacrando a docenas de personas (niñxs incluidos) en Aleppo y que yo esté acá tomando una taza de café, comiendo galletas de chocolate y escuchando 'oldies', me parece una de las cosas más arbitrarias e incomprensibles del mundo. La vida no se detiene para los que estamos fuera del alcance de las bombas y las balas. Seguimos comprando, vendiendo, hablando de cualquier estupidez y regalando 'likes', todo mientras un hospital lleno de niñxs está bajo ataque. Somos lo peor que pudo pasarle a la Creación pero aun así, sigo escuchando y leyendo por ahí, Dios nos ama. A todos.

A dieciocho días de que se acabe el año, para otros se está acabando el mundo y aun otros desean que así suceda. Gente enferma contemplando irse antes que darle el triunfo a la enfermedad. Sirios arrastrados fuera de sus casas y ejecutados en las calles. Una niña de siete años violada, torturada y asesinada por algún tipo sin corazón pero con una carrera universitaria y mucho dinero. Estudiantes desaparecidos por atreverse a protestar, reporteros asesinados por atreverse a hablar. Una, dos, tres mujeres violadas y/o asesinadas cada hora. Yo a veces quiero que se acabe el mundo.

Entonces me acuerdo de ella y me asalta el egoísmo. Quiero más años a su lado, más noches abrazadas, más aniversarios a la vuelta de la esquina. Nuestro pequeño mundo, que no se acabe todavía.

Fue un buen año aunque haya sido un año terrible. Ganó Trump, se murieron Bowie, Cohen, Juanga y varios otros. Se cayó un avión con un equipo de fútbol completo. Unos pendejos golpearon a Ana Gabriela Guevara, el dólar cuesta 24 pesos y la UAQ no tiene presupuesto. Pero la vida sigue. Incluso la de muchos que no quieren.

Faltan 18 días para el fin del 2016. A esta libreta le quedan un par de hojas y a mí me faltan palabras. Algo se me ha de ocurrir. Será el cuarto volumen de unas memorias que no tienen pies ni cabeza y a las que solo mi terapeuta les entiende.

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