viernes, 26 de abril de 2013

Pequeño homenaje personal: Un año después

Flaco (¿Me dejas llamarte así aunque no haya sido de tu círculo cercano?),

Debo confesarte algo: En la universidad, una amiga y yo solíamos referirnos a ti como "el loquito del centro". Esto porque tu facha, que destacaba entre el grueso de la población de la Facultad de Lenguas y Letras, nos hacía recordar a los no pocos personajes peculiares que se pasean por el Centro Histórico y que la gente llama sin distinción "locos". Era muy lindo verte con tu saco de vestir, la camisa arrugada, pantalones de pitillo y Converse sucios. Pero la primera vez que cruzamos palabras me di cuenta de que no eras ningún loco... en realidad estabas loquísimo, y eso era maravilloso. Eran los días de las elecciones para director de la facultad (que siempre resulta ser directora), y tú estabas afuera del estand de café que atendía Oliver haciendo campaña al candidato de tu elección, el Señor Olivetti. Me tomé una foto contigo y con él que aún existe en alguna carpeta de mi computadora.

El tiempo pasa fregadamente rápido. No puedo creer que ya sea un año. Hacía tanto calor ahora? El día que te sacaron de tu casa estuve más cerca de ti de lo que pensaba. Llegué al trabajo (justo al lado de donde los médicos legistas hacen su trabajo) y vi el movimiento. Pregunté si había un "48", me dijeron que sí, y que era un caso delicado. Pregunté quién era. No me dieron mayores referencias, solo que era "un chico muy joven, como de 25 años, muy delgadito". Supe que eras tú dos días después, cuando vi tanta cosa en el Facebook.

No, no lloré. Te mentiría y sería pretencioso decir que lo hice. Nunca cruzamos más de 10 palabras en las muy pocas veces que nos topamos, pero me gusta pensar que mi cara se te quedó grabada en algún lugar de la memoria. La tuya, en definitiva, se quedó en la mía, junto con tus letras.

Fue quizás el sábado siguiente al suceso que invité a un amigo a tomar cerveza a la luz de la luna y a leer en voz alta "La Máquina de Hacer Pájaros". Fue mi pequeño homenaje personal. Y hoy no quiero dejar de recordarte, y me atrevo a hacer eco de lo que otros, más cercanos a ti, ya están haciendo.

Se te extraña, Flaco. Te mando un beso.