domingo, 15 de junio de 2014

No estabas en mis planes

Así quedó el poema de mi abuelo, remasterizado.


No estabas en mis planes.
A esta hora de mi vida
había cosas más urgentes.


Este tramo
-me dije-
se camina a solas.

Pero llegas tú
mariposas revoloteando en tu cabello
tu risa rompiendo el tedio del silencio
aroma de bosques traes a tus espaldas.

No estabas en mis planes.
Sin embargo, llegas
te instalas
polizón impensado en largo viaje.

Y pregunto
¿Dónde estabas?

No llamaste a mi puerta
no pediste permiso.
Apareciste una noche
como respuesta ingeniosa a un ridículo aviso.
Y un viernes a las cinco y treinta
me abrazaste
anunciando que ya era demasiado tarde.

No estabas en mis planes.
Y resulta que hoy ocupas todo
que te cuelas en mínimos detalles
que es para ti mi lenguaje subversivo.

Entonces
me detengo en mi andanza
vuelvo a definir la ruta
considero desviaciones
trato de acortar kilómetros.

No sé dónde estabas
ahora te quiero en mis planes.

viernes, 13 de junio de 2014

Uno del abuelo

Mi abuelo tiene un poema que me gusta mucho y del cual no me acuerdo. Le mencioné los fragmentos que recordaba y resultó que pertenecen a dos poemas diferentes. Encontró uno de ellos, pero el otros, el que más me interesa, anda perdido. Aquél que fue encontrado dice,

Cuando uno piensa
"este amor es para siempre"
se vuelve soñador
volador
ingenuo
loco.

Pero si crecen flores en tus manos
 y los besos, de mágicos,
reasumen la virtud de abrir puertas
quitar velos
entonces
no queda más remedio
¡Este amor es para siempre!
¡Dios bajó su canasta de sueños!

Top-koality hugs

Para Andre.

Andrea

Limpiar la casa, correr veinticinco minutos, caminar por el parque, subirme a los columpios, contarle a una amiga que me estoy enamorando, tomar un baño, hacer la cena, beber un té de manzana con canela, leerla, escribirla, extrañarla, escuchar música, quererla cerca, otro trago al té, permanecer viva, escribir la vida, escribirla lo suficiente para que, eventualmente, se convierta en ficción, querer besarla de nuevo, dedicarle otra canción, pensar que tengo sueño, que no me alcanza el día, terminarme el té, ver su foto, nuestra foto, pensar que ya es tarde, muy tarde.

domingo, 1 de junio de 2014

Una sesión (Traducción de una vieja entrada)

-Frecuentemente tengo una imagen de mi alter ego frente a una máquina de escribir, tecleando la siguiente mejor novela del mundo mientras fuma un cigarro y bebe whisky.

-¿Y luego?

-Luego… nada. No pasa nada. Yo ya no fumo, y rara vez bebo. Ya ni siquiera escribo.
-¿A qué crees que se deba?

-No lo sé; falta de inspiración, ¿quizás? Solía escribir más cuando estaba en la universidad. Mi mente se disparaba con todos esos libros que leíamos en ese entonces. Como un niño cuando copia la  manera en que su padre habla, o como cuando conoces a alguien con un acento marcado y comienzas a hablar como ellos, trataba de copiar el estilo del escritor que estábamos leyendo. Intenté con stream of consciousness cuando leí Mrs. Dalloway, de Virginia Wolf; posmodernismo e hiperrealismo cuando leí Shalimar the Clown, de Salman Rushdie… Incluso antes de la universidad, cuando apenas empezaba a escribir, me movió mucho el realismo mágico de Márquez e Isabel Allende.

-¿Qué estás leyendo ahora?

-Nada, realmente. Muchas cosas, en realidad. Ya tiene rato que no termino de leer un libro completo. Comienzo a leer uno, luego otro, y nunca termino de leer. Muchos comienzos, pocos finales. De hecho, siempre he tenido un problema con los finales. Por eso, la mayor parte del tiempo, escribo más poesía que ficción. Los poemas, al estilo libre, son más sencillos de terminar que una historia completa. Tengo esta “novela” que empecé a escribir hace cuatro años, y no tengo idea de a dónde van los personajes. Creo que lo que escribo refleja mucho mi vida. No tengo idea de a dónde voy. Otra vez.

-Regresemos un poco. Estás frente a la máquina de escribir, cigarro en una mano y un trago en la otra, ¿qué más?

-¿Cómo que qué más? Ya te dije, no pasa nada.

- Sí pero, ¿dónde estás, cómo es el lugar, cómo te sientes? ¿Estás sola, es de noche o de día?

-Pues… Estoy en un cuarto, un cuarto con una sola cama, un guardarropa, una mesa y una silla de madera en la que estoy sentada. Las paredes son blancas… no, no son blancas, pero es un color muy claro. Hay una ventana a mi derecha con cortinas hechas de una tela muy ligera; son del color de las paredes. El viento se cuela haciéndolas bailar. No es un viento frío, solo es fresco. Puedo escuchar el océano, pero no puedo ver fuera de la ventana porque la luz del sol es muy brillante. Es como en esa película, ¿la has visto? ¿Cómo se llama? Sale Salma Hayek, y este tipo, el tipo que salió de Alejandro el Grande, él sale en esta. ¿Cómo se llama? ¡Collin Farrel! Y la película se llama “Pregúntale al polvo”, está basada en el libro de John Fante.

-¿Cómo te sientes en ese cuarto?

- Me siento bien. Frustrada, pero bien. Y sí, estoy sola.

- “Frustrada, pero bien”. ¿Te molestaría explicar eso?

-Ok, estoy frustrada porque no hay más que una sola oración en la hoja de papel que está en la máquina de escribir; pero me siento bien porque… bueno, ¿quién no se sentiría bien cerca de la playa? La playa es buena.

-¿Qué dice esa oración?

-“No debería hablarte otra vez”.

-¿A mí?

-No, a ti no, solo dice, “No debería hablarte otra vez”.

-Ok, entonces estás sola. ¿Cómo te hace sentir eso?

-¿Ya te han dicho que eres todo un cliché? Me hace sentir… indefensa, asustada. Me recuerda cuando mi madre me dejaba sola por días.

-Interesante…

-La verdad estoy bromeando. Ustedes siempre tratan de relacionar nuestras vidas jodidas con alguna mierda de nuestros padres.

-Pues, normalmente es así.

-Me gusta estar sola.

-¿En serio?

-Sí.

-No lo creo.

-¿Por qué?

-Para empezar, estás aquí conmigo, hablando de tu jodida vida. Segundo, has tenido más novias de las que puedo contar.

- Mmmm… puede que tengas un buen punto. Por cierto, soñé con ella.

-¿Con quién?

-Con mi ex.

-Sí, ya sé, pero, ¿con cuál de todas?

-La penúltima. La que se va del país en unos días.

-¿De qué trató el sueño?

-No me acuerdo. Nunca recuerdo mis sueños.

-Volvamos al cuarto.

-¿Qué con el cuarto?

-Cuéntame más de él, ¿estás parada, caminas?

-Es solo una imagen. Estoy ah sentada, fumando, apenas bebiendo de mi trago. Amo la máquina de escribir, ¿sabes? Me encantan las cosas vintage. Y esta máquina es naranja, y tiene de esas teclas grandes y redondas. Hasta tiene su maletín para llevarla. Está ahí junto a la mesa. Y bueno, ahí estoy, respirando esta mezcla de are puro que viene del mar y tabaco, tratando de averiguar qué sigue después de esa primera oración. No me levanto. En esta imagen ni siquiera puedo ver la cama o el guardarropa, solo sé que están ahí. Quizá veo una pequeña parte, pero más que nada sé que están detrás de mí. Lo que puedo ver de manera muy clara es la mesa, la máquina de escribir, la silla y la ventana.

-Y la soledad…

-Bueno, en esta imagen me gusta estar sola. Quizás porque no soy realmente yo, sino mi alter ego. Y no estoy sola realmente, ¿sabes? Hay un montón de voces en mi cabeza. Voces de personajes, mi propia voz, de gente que he conocido.

-¿Y qué te dicen?

-No me dicen que mate a alguien, si eso es lo que te preocupa.

-Chistosa.

-Me dicen un montón de cosas geniales que simplemente no puedo poner en papel. Siempre hacen eso. Hablan tan rápido, y tanto, y al mismo tiempo… Simplemente no puedo seguirles el ritmo. ¿Así se ve un writer’s block?

-Quizás. ¿Cómo te hace sentir?

-¿Cómo me hace sentir qué?

-No poder escribir lo que dicen las voces.

-Me hace sentir… como si algo se me hubiera perdido. Algo que me hacía especial. Antes podía traducir, interpretar lo que decían. Y me siento atrapada, porque también yo soy esas voces, y no puedo descifrarme a mí.

-¿Crees que ese cuarto pueda ayudar?

-No veo cómo. También está en mi mente.

-Yo estoy en tu mente. ¿Estoy ayudando?

-Mmm…

-Se acabó el tiempo. ¿Te veo la próxima semana?

-Seguro.