viernes, 14 de febrero de 2014

Lo que aprendí cuando se me cayó el café


  1. A veces, ni con toda la precaución, puedes evitar el dolor.
  2. Aprovecha las cosas mientras están en tus manos. Si pretendes mantenerlas en espera, cuidándolas de todo, hasta que llegue "el momento preciso", puede que las pierdas.
  3. Confía un poco más en tu instinto. Te sorprendería cuántas veces eso que estás pensando, sucederá.
  4. Por lo anterior, prepárate para lo que sea.
  5. De cualquier forma, si eso que traes entre manos es algo que quieres realmente, no lo sueltes, aunque de momento duela. Puede que logres conservar la mayor parte y ésta sea aún muy, pero muy disfrutable.

sábado, 25 de enero de 2014

A list about me

I seldom drink
I almost never smoke
I don't do drugs
I love reading
I adore chocolate
I write stuff
I often work out, though I may stop doing it for months
but I hate running
I'm a little bit addicted to Facebook
I've a Twitter account I rarely use
I love eating
I HAVE to shower everyday, unless I'm really sick, or really tired
or depressed
I love spooning
I really, really enjoy kissing
I am a good kisser
(yes, I am sure)
I think sex is a marvelous, sacred, God-created thing to enjoy with the one you love
I don't watch porn
actually, I'm quite against it
I go to sleep rather early on week days
Saturdays are for waking up late
Sundays are for church
By the way, I'm a Christian
but I'm not religious person
I just think God is everything, and I try to live in thankfulness of his love
I'm kind of quiet
I love music
I am a live-rock-band-in-a-bar kinda girl
not so much for clubbing
I am so a cat person
I like doggies too
but I'm a cat
person
I hate doing the dishes, and mopping
I do my bed like once a week
I don't iron my clothes
I shower with boiling water
I ALWAYS use underwear
I never sleep naked, not even during the summer
(ok, there might be some special occasions when I do)
I bite my nails
I have this nervous tick that makes me move my leg(s)
I prefer cold weather
I am a fan of rainy days
I DO NOT wear high heals
I have five pairs of Converse shoes
and I want more
I've got sweaty hands
I love holding hands
I do not own, nor do I wear skirts or dresses
(so I don't really feel the need to shave my legs, least is a special occasion, like going to the beach)
I do shave my armpits
(I personally think is kind of gross not to... Ok, maybe for a couple of days it's fine, but not more than that)
My native tongue is Spanish
but I really like writing in English, too
I have been (really) in love 3 times in my 28 years
I just got my first tattoo a month ago
I cannot keep plants alive
I'm lactose intolerant
If I decide to have kids some day, I'd rather adopt them
I hope I can visit Israel someday
I abhor cockroaches
(I'll even scream like a mad woman if one touches my skin)
I daydream
I don't believe my girlfriend/spouse is my property
but I believe in monogamy and sharing a life
I don't believe in "forever"
but I do believe in a long term commitment
I wish to get married someday
(hoping it becomes legal where I live)
I think this list is now too long
but there's still a lot about me
Yet, I'm just gonna wrap it up.



miércoles, 25 de diciembre de 2013

25 de diciembre

Uno debe aguantarse las ganas de orinar si le asaltan las ganas de escribir. Esto -aguantarse las ganas de orinar- se vuelve particularmente difícil si lo otro te asalta justo junto a una fuente cuyo sonido de agua corriente en vez de relajarte solo te recuerda que tu vejiga está a punto de explotar desde hace varias cuadras. Luego la situación se complica cuando te das cuenta que no se te ocurre qué escribir. La primera frase sonaba tan bien que tenías que ponerla por escrito, pero ahora te quedas pensativa, mirando a lo lejos, y esperando que salga algo, lo que sea, y puedas romper ese maldito writer's block que te ha jodido la existencia por ya casi un año.

Es 25 de diciembre, y caigo en la cuenta de que ya perdí la cuenta de cuántas navidades (y años nuevos) han transcurrido en completa desgana entre rupturas amorosas, distanciamientos familiares, o simple depresión decembrina (no necesariamente en ese orden). Tendrá ya como cinco años consecutivos en que ni siquiera me desvelo en las fiestas. Si la cena navideña ha sucedido en mi casa (o donde esté viviendo en ese momento), poco después de la media noche me he despedido para irme a la cama a leer, ver una película, o de plano a dormir. Si la cena ha sido en otro sitio, me he hecho bolita en un sillón y esperado la hora de irnos, o pongo cara de tremendo cansancio o fastidio para ejercer presión. (Desventajas de no tener auto y depender de los demás para moverte).Y es que de verdad la cosa se pone aburrida. La familia completa ya no se reune; esto gracias a los deslices de cierto -aún- esposo de alguien con la -ahora- ex mujer de uno de mis tíos, y a que mis padres no toleran que yo prefiera los amores de una mujer a los de un hombre. Esta última vez (anoche), estuvimos en casa de una de mis tías. A mis casi treinta años (cuando tienes 28 ya puedes decir "amiscasitreinta"), me tocó sentarme de lado de los niños. Sí, sé que el espacio era reducido, y para ser justos de ese lado también se sentó mi prima de 24 años. But still. Creo que la familia me sigue viendo, de cierta forma como a una niña. Será porque no me he casado (con un hombre), porque no tengo un "novio formal" (pero sí una novia formal), y porque en general no me veo como el prototipo de una mujer adulta (maquillada, bien vestida, peinadita). El caso es que, como a eso de la una de la mañana, me fui a hacer bolita en un sillón. Complementé el asunto como a las dos de la mañana poniendo cara de extremo cansancio. Tengo entendido que mis padres y mi hermano la pasaron solos en su casa.

Está nublado, y cada vez hace algo más de frío. En una casa cercana, una nube de humo y un olor que siempre me abre el apetito (aún después de haber comido una crepa de nutella con queso crema y fresas), delatan una carne asada. La estación de trenes, a mis espaldas, está cerrada, pero hace rato pasó el tren, interrumpiendo el sonido del agua de la fuente (y de mis audífonos) con su silbato. Allá, lejos, atardece.

Es navidad, y se supone que, como cristiana, debería sentirme gozosa de celebrar un año más del nacimiento de mi Salvador. Lo cierto es que la fecha me parece ya muy relativa. Es, de hecho, una fecha arbitraria. De cualquier forma, el plan es ir al servicio navideño que ha preparado mi iglesia. Me hará bien, creo yo, el calor de los cantos y la palabra predicada. Aunque a veces sienta a Dios, aunque a veces no lo sienta, y no entienda por qué.

Ya hace mucho frío. Y aún tengo ganas de orinar.

viernes, 26 de abril de 2013

Pequeño homenaje personal: Un año después

Flaco (¿Me dejas llamarte así aunque no haya sido de tu círculo cercano?),

Debo confesarte algo: En la universidad, una amiga y yo solíamos referirnos a ti como "el loquito del centro". Esto porque tu facha, que destacaba entre el grueso de la población de la Facultad de Lenguas y Letras, nos hacía recordar a los no pocos personajes peculiares que se pasean por el Centro Histórico y que la gente llama sin distinción "locos". Era muy lindo verte con tu saco de vestir, la camisa arrugada, pantalones de pitillo y Converse sucios. Pero la primera vez que cruzamos palabras me di cuenta de que no eras ningún loco... en realidad estabas loquísimo, y eso era maravilloso. Eran los días de las elecciones para director de la facultad (que siempre resulta ser directora), y tú estabas afuera del estand de café que atendía Oliver haciendo campaña al candidato de tu elección, el Señor Olivetti. Me tomé una foto contigo y con él que aún existe en alguna carpeta de mi computadora.

El tiempo pasa fregadamente rápido. No puedo creer que ya sea un año. Hacía tanto calor ahora? El día que te sacaron de tu casa estuve más cerca de ti de lo que pensaba. Llegué al trabajo (justo al lado de donde los médicos legistas hacen su trabajo) y vi el movimiento. Pregunté si había un "48", me dijeron que sí, y que era un caso delicado. Pregunté quién era. No me dieron mayores referencias, solo que era "un chico muy joven, como de 25 años, muy delgadito". Supe que eras tú dos días después, cuando vi tanta cosa en el Facebook.

No, no lloré. Te mentiría y sería pretencioso decir que lo hice. Nunca cruzamos más de 10 palabras en las muy pocas veces que nos topamos, pero me gusta pensar que mi cara se te quedó grabada en algún lugar de la memoria. La tuya, en definitiva, se quedó en la mía, junto con tus letras.

Fue quizás el sábado siguiente al suceso que invité a un amigo a tomar cerveza a la luz de la luna y a leer en voz alta "La Máquina de Hacer Pájaros". Fue mi pequeño homenaje personal. Y hoy no quiero dejar de recordarte, y me atrevo a hacer eco de lo que otros, más cercanos a ti, ya están haciendo.

Se te extraña, Flaco. Te mando un beso.

sábado, 23 de febrero de 2013

viernes, 22 de febrero de 2013

Prólogo a la sesión del jueves

Life, at the end of it
Siempre es bueno tener papel y pluma a la mano. Puedes no traer encendedor -al fin puedes jugar con el cigarrillo entre los labios-, pero el papel y la pluma son vitales, porque nunca sabes cuándo vas a tener necesidad de escribir para evitar que estalles.

No soy de ningún lugar, tampoco tengo rumbo. Todo lo que he construido, mejor dicho, en lo que me he construido, no tiene una base segura. No hay certeza. La roca es Cristo pero yo no soy más que una piedra -pequeña formación de minerales y otras cosas, que es dura y no se mueve por voluntad propia sino cuando la patean.

Todos necesitamos una estructura; necesitamos que algo exista, que haya una verdad y la posibilidad de ser libres. No sé si es peor no encontrar todo eso, o creer haberlo encontrado y darte cuenta de que no te llevó a ningún lado.

La vida se va convirtiendo en una deconstrucción constante. Todo se derrumba y vuelve construirse. No hay tregua. No hay descanso. Lo mejor que tengo en estos momentos es la posibilidad de mancharme con tinta las manos. Eso sí es mío, eso nadie me lo quita. Eso y este cigarro que no enciendo a falta de cerillos, y que se remoja entre mis labios. Eso y los audífonos bien puestos para escaparme con la música. Eso y mi reticencia a moverme de esta banqueta aunque se quiera estacionar un auto. Eso y el diván del consultorio donde me acuesto a hablar de lo que no escribo. Eso y los cinco minutos que me quedan entre esta canción y mi rutina de los viernes que esta vez cambié para el jueves porque mañana iré a una muestra de postporno.

lunes, 21 de enero de 2013

El día se me está haciendo eterno pensando en que te quiero y que no te dejas querer